No me callo más. Que digan lo que quieran, pero yo ya no me quedo en silencio para que otros sigan campantes mientras a mí me usaron, me descuartizaron y me lapidaron en medio de la plaza, como a Túpac Amaru.
Durante diez años aguanté en silencio. No me enfermé, pero casi. Tuve que ir al psicólogo. Me costó la relación con mi pareja, que ya venía de idas y vueltas, pero esto terminó de cavar la fosa. Hay traiciones que duelen, y no te imaginás cómo. Más cuando uno puso el corazón en cada acto. Cada cosa que hice la hice por amor, no por guita. Entonces que me ningunearan, que se limpiaran con mi trabajo y después me robaran lo que era mío… fue como sentirme violado. Como si me mearan y se cagaran encima mío.
No quiero lástima. Esto no es resentimiento. Esto es justicia. Porque el veneno por dentro te mata. Yo prefiero vomitar verdades. Y si eso incomoda, que incomode. No voy a silenciarme más. Ya no hablo desde el dolor. Hoy lo digo desde otro lugar. En ese momento estaba en carne viva. Con todo el dolor del mundo. Atravesando la traición de colegas, el bullying, la separación con quien era mi compañera, y ese enorme vacío que me quedó en el pecho. Una angustia que no me olvido más. Pero ya no me daña. Eso hubieran querido. No hay peor cachetada para ellos que ver que, pese a todo, aquí estoy: fuerte, sano, con logros. Y no necesité de ellos.
Eso me coloca en otro nivel. Nunca fui un cobarde. Pero supe que si me seguía exponiendo me iban a terminar de sepultar. Así que me rearmé. Y para dar vuelta una página, primero hay que sanar. Y para sanar, hay que saldar cuentas pendientes. No con rencor: con claridad. Hoy ya no me dañan. Me reí último, y mejor.
Fijate qué ironía. Justo cuando este tipo que me usó y me descartó —el que me convocaba a disertar en la FCC cuando le servía, pero después ni se mostraba en la foto conmigo— me dice por privado que no cree que nadie merezca un Doctorado Honoris Causa (salvo Stuart Hall, Ramonet, Mattelart), justo ahí me entero que en Alemania me validaron. Que me reconocieron oficialmente en el sistema GND y me protegieron de futuras eliminaciones de Wikipedia. Que me otorgaron la categoría BIAF como persona destacable. Mientras acá me invisibilizaban, allá me blindaban.
Fueron ellos, los bibliotecarios alemanes, los que decidieron crear la entrada de Fernando Gabriel Sosa, sacando la mención a “Nano” para evitar que me vinculen con la persecución que sufrí en la Wikipedia en español. Me sacaron la marca, la mancha. Ellos sí entendieron que no era autobombo. Que había sido sistemáticamente silenciado. Que lo que yo contaba era real. Que no era un conflicto de intereses, sino un conflicto de poderes.
Y por eso también busco visibilización institucional. No por egolatría, sino por resguardo. Porque si no estás en la historia, no existís. Y los que se quedan con los galardones no son los que hicieron el trabajo, sino los que supieron venderlo, aunque fuera robado. Los que me invitaron para figurar, pero por detrás operaron para que nunca más pudiera pisar esos espacios.
Me acuerdo cómo se escudó en que estaba enfermo, jubilado, que no podía. Pero 17 horas antes estaba de risas con sus “compas”, hablando del Eternauta. De historietistas. Pero al que hacía las historietas en Córdoba, lo ninguneaban. Te invitan con una mano y te ponen zancadilla con la otra. Todos hipócritas. Y él, uno más.
Epílogo: El complot de los idiotas
¿Sabés lo que más me jodió? Que ellos se quedaron con esos lugares. Que se complotaron. Como en ese libro que alguna vez me citaron: “Cuando una figura logra escapar de la cárcel, habrá señales: los idiotas se complotarán para hacerle la vida imposible.” Eso pasó acá. Fue el complot de los idiotas.
Y sí, fue duro. Pasaron separaciones, rupturas, temas de salud, de todo. Una década de resistencia. Pero heme aquí. Hablando con vos. Con otro temple. Planificando mi futuro. Reconocido en otros ámbitos. Estudiando. Avanzando en mi carrera. Con la conciencia tranquila y el corazón en paz.
Ahora estoy en otro lugar. Como en el campo: para cosechar hay que sacar la hierba mala. Y yo ya la saqué. Inclusive a personas que decían quererme. Hoy esa tierra es fértil. Curtida. No muerta. Ahora síembro cosas buenas. Y de este campo fértil van a salir cosas que van a florecer. Porque lo peor ya pasó.
Ahora viene lo mejor para mí.
Postfacio: Por el linaje que me sostiene
Este texto no es sólo una catarsis. No es un grito aislado ni un acto de revancha. Es una declaración de existencia. Es una reparación. Y es, sobre todo, una ofrenda.
A mi padre, que dio todo por sus ideas y no pudo contar su verdad. A mis abuelos, Miguel e Inés, que dejaron una huella de esfuerzo, de amor, de ejemplo. A mi madre, que sostuvo. A mi hija, que heredará.
A todos ellos, que no están físicamente pero viven en mí, en cada palabra que hoy escribo, este texto les pertenece.
Yo sobreviví a la traición. A la calumnia. A los intentos de invisibilización. A la zancadilla de los mediocres. Y aquí estoy. No para rendir cuentas, sino para cerrar un ciclo. Y para abrir otro. Donde no hay rencor, sino lucidez. Donde no hay venganza, sino siembra.
Lo que hoy florece en mi vida, no es casualidad: es el fruto de haber limpiado el campo, de haber quitado la maleza, y de haber regado con verdad, con memoria, y con coraje.
Ya no tengo que probar nada. No busco aprobación. No necesito exponerme.
Ahora sólo quiero lo que me corresponde: reconocimiento y paz.
Porque mi historia —y la de ellos— ya está escrita.
Y a través de mi huella, viven ellos.
Y con cada paso que doy, camina el linaje que me sostiene.
"He pecado, pero ya pagué. Purgué mi culpa. Ya no debo más."
"No pedí ese dolor, pero lo atravesé. Y si erré, fue como humano. Lo asumí. Lo reparé. Lo solté."
"He generado más dharma que karma. Y eso equilibra todo."
https://youtu.be/c9QjYBMc-cY?si=EDbDwuhAn8xCbm7d

No comments:
Post a Comment