A mediados de los 80, El dibujante Manuel Peirotti, Peiró (Cordoba, Argentina, 1942) publicaba con cierta regularidad en la revista Humo(r), suerte de equivalente al National Lampoon en Argentina. Claro que, en el marco de un proceso militar que cercenó las libertades básicas, lo cierto es que Humo(r) era una publicación política, combativa y absolutamente crítica con el gobierno de facto, que sufrió persecusiones e intentos de censura de todo tipo, en tales condiciones, el talento de caricaturistas y escritores se puso en juego al máximo, dando como resultado toda una escuela de humor negro e inteligente para sobrellevar una época oscura. Con su peculiar estilo, entre exagerado y caricaturesco, o realista, según lo que quisiera decir, Peiró dibujaba chistes, o páginas enteras enfocadas hacia la parodia y la ironía, a veces de su propia cosecha y otras con guiones de alguno de los columnistas habituales de la revista. Pero era evidente que Peiró era algo más que un dibujante de chistes, a la par de su talento innato para el dibujo, sus dotes narrativas le permitían concebir ficciones un tanto más complejas que las que los formatos acostumbrados al campo humorístico permitían, así que un día hizo un cómic policial, más serio, más oscuro, y se lo llevó a Andrés Cascioli, el editor de Humor, a éste le encantó el cómic pero no lo publicó, “lo voy a guardar para una revista nueva que vamos a sacar“, le dijo. Poco después, ésa historieta y una media docena más del autor aparecieron en la primera temporada de la revista Fierro, que podríamos insinuar que era una versión argentina de la Heavy Metal, aunque en realidad estaba mucho más cerca de la francesa (A Suivre), en su afán de publicar comics inteligentes, con contenido, dirigida a lectores adultos, reseñando además la actualidad del cómic del mundo, pero también el cine y la literatura valiosos (costumbre que lamentablemente se perdería en la nueva Fierro). Esta publicación marcó historia, apareciendo al terminar la dictadura y la guerra de las Malvinas, y a lo largo de sus 100 números se convirtió en referencia obligada de un cómic inteligente, con ambiciones formales y conceptuales, que marcarían un antes y un después del cómic argentino. De estas historias policiales, un tanto próximas a la serie negra, un tanto borgeanas también, que publicó Peiró en Fierro (y que luego aparecerían en Heavy Metal y Totem), Historia de Ana es además, y podrán verlo enseguida, uno de los mejores comics cortos que se han escrito y dibujado en toda la historia del noveno arte.
*Extraido de http://68revoluciones.com/?p=1046
2 comments:
Hola che:
Mi viejo fue un entrerriano que, habiendole su flia. prohibido dedicarse al dibujo -principalmente a la historieta, que fue su locura desde niño-, trabajó siempre como ingeniero electrónico. Afortunadamente para mí, su gusto por lo gráfico no desapareció ni mucho menos y me pasé la infancia rodeado de cosas buenísimas como Asteríx, Disney, El Eternauta, etc. etc. Entre esas cosas estuvo desde el primer número la tremenda revista Hortensia, con una cantidad de creadores colosales. Mi viejo hablaba de la bienal de Córdoba como del Olimpo. Y Cognini era muy mentado. De todos esos grosos fui fanático desde muy pendejo de Peiró. Un genio. ¡Y cuando ví por primera vez una historieta hecha por Peiró en la "Fierro"! No defrauda nunca. Un capo. Gracias por compartir.
Rodrigo,tarde pero seguro,copado te guste este entrada y la anécdota personal que contas,se nota que vos y tu viejo saben de lo bueno.Un saludo.
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