Sepulfrula no es solo música: es un observatorio poético de la marginalidad y del poder. Cada tema funciona como alarma sonora, revelando patrones de corrupción, violencia y decadencia que la sociedad suele ignorar o naturalizar.
Entre metáfora, humor grotesco y teatralidad cinematográfica, el álbum transforma la cultura popular y la marginalidad en crítica directa y anticipatoria. Lo que parece diversión o folklore es, en realidad, espejo de la descomposición social, de líderes hipócritas y de sistemas que oprimen a los más vulnerables.
Anti Krist, el primer tema, es un ejemplo: denuncia y anticipa conflictos, revelando las tensiones políticas y sociales antes de que estallen en la realidad. Las reinterpretaciones de la cumbia villera muestran cómo la música popular también puede reflejar violencia, manipulación y desigualdad.
Sepulfrula es un grito artístico contra la pasividad, un llamado a mirar, pensar y actuar antes de que la historia se repita. Es ácido, teatral, bestial y honesto. No ofrece soluciones fáciles, solo la verdad cruda que incomoda, porque la conciencia comienza cuando dejamos de mirar hacia otro lado.
Ya disponible en Bandcamp,Spotify,Apple Music y demas plataformas 🎤🎸🎶🤘
No busquemos afuera lo que ya late en nosotros.
La vida no es solo estrella ni cometa que cruza el cielo;
es cada hoja, cada río, cada ser que respira y ama.
Somos uno con el árbol, con la piedra, con el ave que vuela,
y somos uno con el hermano que sufre y ríe,
aunque nuestras manos lo olviden, aunque nuestros ojos no lo vean.
El mundo moderno nos enseñó a medir, a dividir, a competir,
pero la verdadera medida está en la conciencia despierta,
en la capacidad de reconocer lo divino en cada forma de vida.
Quizá por eso los cielos callan:
una inteligencia mayor no impone,
solo observa el tránsito del alma humana.
No es desprecio ni temor: es respeto.
Cada acto de bondad, cada instante de comprensión,
cada mirada que ve al otro como igual,
abre una puerta hacia el cosmos, hacia los mundos que aún no alcanzamos.
No necesitamos naves interestelares
para conocer la grandeza del universo:
cada corazón que despierta es un portal.
Cada ser que ama y respeta la vida,
es un punto de luz que hace posible la comunión con lo infinito.
Que la humanidad recuerde que somos todos uno,
que la vida no está solo allá arriba,
sino en cada instante, en cada respiración,
y que el despertar verdadero comienza
cuando aprendemos a vernos como hermanos,
y a honrar la chispa divina que late en todo.
Refugio en la Búsqueda
No necesitas ser perfecto, ni iluminado, ni tener todas las respuestas.
Solo basta con estar despierto, con la mente y el corazón abiertos,
permitiéndote sentir, preguntar y explorar.
En medio del caos, puedes encontrar un núcleo de calma:
ese espacio dentro de vos donde la vida y la conciencia se encuentran,
donde la curiosidad se vuelve paz y la búsqueda se vuelve sentido.
Cada encuentro inesperado, cada conversación profunda,
es un recordatorio de que no estamos solos,
y que la armonía existe, aunque a veces solo se perciba en destellos.
Respirá, observá, escuchá.
Tu camino no es competir, ni apresurarte, ni compararte.
Es sentir la vida en cada instante,
reconocer la divinidad que habita en vos y en los otros,
y saber que cada paso hacia la comprensión
es un paso hacia la paz.
El derecho a contar mi historia: colonialismo digital y poder cultural
Por Fernando Gabriel Sosa
(Prólogo)
Yo aprendí que si uno no cuenta su historia, alguien más la cuenta por uno. Y, casi siempre, la cuenta mal. Por eso escribo esto. Porque durante años vi cómo las instituciones, los medios y las plataformas digitales intentan moldear el relato, borrar nombres, recortar contextos, manipular significados. Lo hacen en nombre de la objetividad o del progreso, pero en realidad responden a viejas lógicas de poder.
Yo no quiero ser solo un número dentro de una estadística. Quiero ser uno de los que rompa este ciclo, uno de los que da testimonio.
Controlar el propio relato
En Wikipedia, en la universidad, en los medios… uno puede ver cómo se repite el mismo patrón: alguien decide qué merece ser visible y qué no. En mi caso, lo viví en carne propia. He visto cómo borran, recortan o “corrigen” partes de una historia que es cierta, documentada y reconocida. Lo hacen desde un supuesto de neutralidad que termina siendo profundamente político.
Por eso decidí crear mi blog. Porque ahí controlo mi historia. No permito que otros hablen ni escriban por mí. Desde ahí puedo corregir, ampliar, y sobre todo dar testimonio sin que un moderador o un algoritmo decida por mí.
Colonialismo 2.0
Hay un nuevo colonialismo que no necesita ejércitos ni invasiones: el colonialismo digital.
Ya no se trata de apropiarse de tierras o materias primas, sino de datos, narrativas y subjetividades.
Autores como Boaventura de Sousa Santos hablan de las epistemologías del Sur: saberes invisibilizados por los centros de poder.
Yo lo vivo desde la práctica: cuando un artículo cultural o una biografía es eliminada o silenciada, lo que se está borrando es una voz del Sur.
A esto lo llamo colonialismo 2.0: la nueva forma en que el poder global y local mantiene su hegemonía cultural a través de los medios, las plataformas y los discursos autorizados.
Censura, control y resistencia
Lo vi en Wikipedia —la “enciclopedia libre”—, donde las listas negras y los filtros automáticos censuran contenidos legítimos bajo pretextos técnicos.
Lo vi también en el ámbito académico, donde el miedo, la autocensura y los intereses económicos determinan qué se puede decir y qué no.
Y lo vi en la cultura local, donde el centralismo porteño invisibiliza a quienes no forman parte del circuito oficial.
He sido testigo y parte de esa resistencia. Y aprendí que callar es ser cómplice.
Por eso, aunque sé que no voy a cambiar el sistema, puedo contribuir con mi testimonio.
Feudos locales y manipulación del relato
En Córdoba —y en muchas otras provincias— siguen existiendo feudos culturales y políticos.
Hay una red de intereses que atraviesa la política, la justicia, los medios y las instituciones académicas.
Todo se sostiene por miedo: miedo a perder un puesto, un favor o una “buena reputación”.
Yo lo viví cuando se me intentó censurar por usar inteligencia artificial en un trabajo artístico, o cuando se ridiculizó mi nombre con asociaciones crueles e inhumanas.
Pero también aprendí que el humor, la ironía y la acidez son armas poderosas. Que psicologizar al opresor —mostrarle su reflejo— es una forma de resistencia.
Romper el paradigma
No se trata de resentimiento, sino de justicia.
De reconocer a los verdaderos protagonistas de la historia, no solo a los que tuvieron más poder o más prensa.
Porque hay otra historia, y merece ser contada.
Una historia de artistas, docentes, activistas y soñadores que no se resignan al silencio.
Yo aprendí que la libertad no es gritar más fuerte, sino persistir en la verdad.
Y que en tiempos de censura digital, dar testimonio es un acto revolucionario.
“Si uno calla, está siendo partícipe.
Y las cosas no van a cambiar así.”
— Fernando Gabriel Sosa
🎧 DEUS X MACHINA – “Dos cartas” (Visualizer) (del álbum “Cada día canta mejor”)
Antes
de que nos escuches en YouTube, Bandcamp, Spotify y otras plataformas,
te presentamos este visualizer que fusiona pasado y futuro en un tango
cyberpunk.
En este segundo álbum de Deus X Machina, el proyecto
de cyberpunk tangos creado por Fernando “Nano” Sosa, la voz de Carlos
Gardel se encuentra con la estética distópica de un mundo digital.
💌
“Dos cartas”, tango atribuido a Gardel y rescatado de un antiguo
cancionero de los años veinte, cobra nueva vida en esta reinterpretación
sonora y visual. El visualizer muestra a un joven caminando, como un
compadrito del futuro, con la remera de Deus X Machina, animado en
estilo anime dentro de un loop hipnótico que acompaña el pulso
nostálgico del bandoneón digital.
🎶 Música: Carlos Gardel 🎨 Dirección de arte, diseño y animación: Fernando “Nano” Sosa 🜂 Producción y concepto: Deus X Machina – Cyberpunk Tangos
“Dos cartas han pasado por mi vida… dos cartas que se juegan un querer.”
Un
homenaje a la memoria viva del tango y a su eterna capacidad de renacer
en otras formas, en otros tiempos… incluso en un futuro que ya empezó.
🔗 Escúchalo también en: Spotify, Bandcamp y otras plataformas digitales
https://deusxmachina1.bandcamp.com/album/deus-x-machina-cada-d-a-canta-mejor
https://deusxmachina1.bandcamp.com/album/cyberpunk-tangos
https://open.spotify.com/album/2vutdR4ZbtxHMaHEi2IWBq?si=Yh2fw_F9T5qCOKVdIx2o0g
🎉 ¡Oficial! Tres álbumes de Sapienstoonz Sudios ya están disponibles en plataformas digitales 🎶
Después de un largo proceso de producción, gestión y espera, finalmente están disponibles en todas las plataformas mis tres nuevos lanzamientos, distribuidos a través de DistroKid:
🔥 CarnaBaal Corso – Los Profetas de Baal
💀 Deus Ex Machina – Cyberpunk Tangos
⚡ Deus Ex Machina – Cada Día Canta Mejor
Cada uno representa una etapa distinta, pero un mismo espíritu: el de la independencia artística, la mezcla de géneros y la libertad creativa.
Me siento profundamente agradecido por poder materializar este proyecto después de tantos años de trabajo y aprendizaje.
A partir de ahora, todo el catálogo oficial estará bajo mi propio sello y gestión, asegurando coherencia, libertad y continuidad.
Gracias a quienes me acompañan en este camino —porque cada paso, incluso los más duros, terminan siendo parte del crecimiento.
🔗 Escuchalos ya en Spotify, Apple Music, Deezer y más.
Hoy caigo en la cuenta de que es 12 de octubre. Antes le decían “Día de la Raza”, después “Día del Descubrimiento de América”, nombres que esconden siglos de colonialismo, saqueo y heridas mal cerradas. Pero paradójicamente, hoy, sin pensarlo, me encontré hablando de unidad latinoamericana. De esa hermandad que a veces parece utopía, pero que en los momentos genuinos —como aquel viaje a Chile, como los encuentros entre artistas, historietistas, soñadores— se vuelve real y palpable.
Es simbólico. En tiempos donde las redes son trincheras, donde la gente se enfrenta por banderas, por fútbol o por ideologías, el arte sigue siendo el único territorio sin fronteras. A veces yo también me enredo en esas discusiones, me duele la crueldad con que algunos hablan de Malvinas, del hambre o de la muerte. Pero al final entiendo que todos, desde México hasta Tierra del Fuego, estamos marcados por las mismas cicatrices: el imperialismo, la pérdida, la injusticia y la resistencia.
Lo único que verdaderamente nos une es el arte, la lengua y la memoria.
Eso y la conciencia de que nacimos en distintos lugares, pero en una misma historia.
Por eso, más allá de las fechas impuestas, hoy elijo recordar que el arte también es una patria. Una patria que no conquista ni coloniza: une.
Postales del 2017, Expo Comics y Multimedia en Chile. Días intensos, risas, charlas, bromas y complicidad. Conecté con artistas de toda Latinoamérica y sentí una hermandad auténtica, como si nos conociéramos de toda la vida.
Entre ellos, Ignacio Calero, un colega uruguayo que me enseñó con su sinceridad y humor lo que significa la amistad verdadera. Su partida deja un vacío enorme, pero su recuerdo vive en mí.
Gracias también a todos los que hicieron de esos días una experiencia inolvidable: Carlos Artguello Süllow, Alexandra Ramirez, Weberson Santiago, Victor Sanjinez Garcia, Nacho Carlos Ochoa, Don Miguel Ortiz y familia, y Diego Jourdan Pereyra, que me acompañó desde la distancia con consejos y apoyo invaluable.
Lo más hermoso: la verdadera unión latinoamericana, sin egos ni intereses, solo por la pasión por el arte. Esa alegría, esa conexión, esa exultación… aún me veo en esas fotos, y me veo feliz, vivo y pleno,como si todo lo hecho desde 2007 con Barricada Comics se plasmo en esa confraternidad de colegas sudamericanos que celebramos mancomunadamwnte nuestro amor por la la historieta e ilustración y nos juntamos como si nos conocieramos de toda la vida en una celebración genuina de camaradería.
Heroína es más que una historia de ciencia ficción. Es una lectura anticipatoria del colapso social argentino, una obra que, desde su germen en los años noventa, presintió la deriva del poder, la droga y la juventud hacia un mismo territorio de sombras.
Su autor, Fernando “Nano” Sosa, todavía estudiante de Bellas Artes, imaginó una distopía llamada Suburbia, una urbe latinoamericana sumida en el caos. Allí, pandillas de estética metalera distribuían una droga nueva, fabricada en un laboratorio dirigido por un hombre poderoso, calvo y sin escrúpulos: Alacrán.
El eco simbólico con lo que hoy se vive en Argentina —laboratorios, corrupción política, juventudes marginalizadas y narcotráfico industrializado— es asombroso.
El título, Heroína, funciona como clave poética y social. Es la ambigüedad entre la sustancia y la salvadora, entre la esclavitud y la redención. La protagonista, hija de un científico cooptado por el sistema, sobrevive a una sobredosis y resurge marcada —con un ojo ciego, como símbolo de la pérdida de la inocencia— para vengar la muerte de su padre y destruir al imperio químico que lo corrompió.
Sosa logró, sin proponérselo, una radiografía del futuro: el vínculo entre poder político, laboratorios y control social a través de las drogas. Lo que en los noventa era intuición, hoy es titular.
Y hay un dato que potencia aún más esa anticipación: en aquella época, la droga vedette era la cocaína. No existían todavía las drogas sintéticas ni el auge de los opioides como la heroína o el fentanilo. Sin embargo, Sosa ya imaginaba un mundo devastado por una sustancia nueva, letal y diseñada en laboratorios.
De algún modo, predijo el paso del narcotráfico artesanal al industrial.
También se adelantó al auge de los relatos de mujeres vengadoras. Años antes de Kill Bill, cuando el feminismo popular ni siquiera era una agenda pública, Heroína ya planteaba la figura de una mujer que resurge del trauma y encarna la resistencia.
Era —sin buscarlo— un manifiesto de emancipación femenina en clave cyberpunk.
Como si el arte, una vez más, hubiera funcionado como antena, registrando las frecuencias del porvenir.
🜂 Parte II — Heroína: la ficción que anticipó la realidad
(Por Fernando “Nano” Sosa)
En 1997, mientras la Argentina vivía la resaca neoliberal de los noventa, cuando la palabra “narcotráfico” apenas aparecía tímidamente en los noticieros, concebí una historia llamada Heroína.
El título jugaba deliberadamente con el doble sentido: la sustancia y la protagonista. Era el retrato de un mundo en ruinas, una Suburbia latinoamericana donde las drogas de diseño, las pandillas y el poder económico formaban una misma maquinaria.
Yo aún era estudiante de Bellas Artes, no sabía si terminaría dedicándome a la historieta, pero sentí la necesidad de escribir lo que estaba viendo venir.
En esos años, la droga dominante era la cocaína. Las drogas sintéticas aún no existían en el país y nadie hablaba de opioides. Sin embargo, en mi historia, una sustancia nueva —un opiáceo de laboratorio— se convertía en el arma invisible del poder. Esa elección no fue casual: intuía que el futuro del narcotráfico no estaría en los callejones, sino en los laboratorios.
Heroína nació de una lectura social: percibía cómo la marginalidad se expandía, cómo el poder político empezaba a cruzarse con los laboratorios y el dinero sucio. Ya se hablaba de la efedrina, de los hijos del poder, de las noches en Nueva Córdoba y Buenos Aires. Pero la gente miraba para otro lado.
En mi historia, un empresario calvo llamado Alacrán, dueño de un laboratorio farmacéutico, utilizaba a las pandillas para distribuir una droga nueva y letal. Su principal químico, un científico obligado a producir esa sustancia bajo amenaza, creaba en secreto una armadura de defensa para su hija: la futura Heroína.
Cuando el padre es asesinado y la joven es dada por muerta tras una sobredosis, resucita —como metáfora y destino— con un ojo ciego y una nueva conciencia. Convertida en guerrera, busca destruir al laboratorio y a la red que envenenó su mundo.
Hoy, casi treinta años después, la realidad argentina parece un eco de aquella ficción.
El triple crimen de Florencio Varela, las redes de trata juvenil y los laboratorios vinculados al poder político reviven el escenario que imaginé: el narcotráfico como rostro industrial del sistema.
Casos como el de Ariel García Fulfaro, dueño de laboratorios implicados en el tráfico de efedrina, muestran que la droga dejó de ser solo un fenómeno barrial para convertirse en un negocio de elite con ramificaciones políticas.
El destino de esas pibas, reclutadas como dealers o prostitutas adolescentes, no es diferente al de mi protagonista: víctimas y a la vez engranajes de una maquinaria más grande que ellas.
Por eso creo que Heroína no fue solo una historia de ciencia ficción. Fue una advertencia. Un grito desde el futuro que hoy vuelve como presente.
En un país donde los laboratorios negocian con la muerte y los políticos sonríen en los brindis, la figura de esa chica que resucita con una cicatriz y decide pelear —no solo contra los narcos, sino contra la indiferencia— se vuelve más real que nunca.
El presagio de una década: lectura anticipatoria y crítica social
A comienzos de los 90, cuando la euforia neoliberal prometía modernidad y abundancia, El presagio irrumpía como una parábola oscura sobre el colapso moral de una generación que comenzaba a confundirse entre la velocidad del consumo, la pérdida de ideales y la estetización de la violencia.
La historieta no sólo retrataba la descomposición social de la época, sino que la anticipaba. En esos años, la droga vedette era la cocaína, monopolizada por el poder y distribuida por sus propios hijos, símbolos de un sistema que devoraba a su descendencia. Todavía no existían las drogas sintéticas ni la efedrina —que llegarían después como nuevos instrumentos del control y la alienación—.
El “presagio” no era entonces una metáfora fantástica, sino una advertencia social y política disfrazada de relato marginal.
El eco estético y político
Antes de que el cine global redescubriera el arquetipo de la mujer guerrera con Kill Bill o que el feminismo pop lo convirtiera en emblema, El presagio ya presentaba una figura femenina que desbordaba el rol de víctima o acompañante. La protagonista no era una heroína clásica, sino una sobreviviente endurecida por la violencia del entorno, una especie de “ángel caído” que emerge del caos urbano.
En ese gesto narrativo se anticipa una relectura del poder, del cuerpo y del deseo que el discurso artístico de los 2000 recién comenzaría a procesar.
Una lectura desde el presente
Hoy, El presagio puede leerse como un espejo profético de los tiempos que siguieron: la banalización de la violencia, la mercantilización del cuerpo, la fetichización del sufrimiento y el entretenimiento como anestesia colectiva.
Pero también como un documento generacional, un testimonio de resistencia simbólica frente al avance del cinismo y la cultura del descarte.
Cierre editorial
Revisitar El presagio más de tres décadas después no es sólo un ejercicio de nostalgia, sino un acto de arqueología cultural. Su potencia no reside en lo explícito, sino en lo que intuía sin saberlo: que la verdadera decadencia no iba a venir del fin del mundo, sino de la pérdida del sentido.
Esa historieta, nacida en los márgenes, sigue hablando con una claridad que incomoda. Porque, en el fondo, el presagio no era una profecía: era un espejo.
Lo que empezó como una broma, un proyecto de garage entre amigos, hoy es realidad: Carnaval Corso ya está en Spotify, Bandcamp y YouTube. 🎧
El payaso Momosh, alter ego de Carnaval Corso, celebra este acto de amor por la música y el humor, reivindicando la libertad creativa y la perseverancia frente a la burocracia, los egos y las dificultades que aparecieron en el camino.
Este logro no es solo mío: es fruto de años de esfuerzo, pasión y de construir proyectos culturales que hoy tienen peso histórico, desde mis ediciones de Barricada Comics hasta el cortometraje 47, el muerto, pasando por artículos, certificados y fichas en IMDb y Wikipedia. Todo hecho con amigos, convicción y muchas ganas de transformar ideas en realidad.
Hoy, puedo decir con orgullo que lo que soñé durante décadas se hizo tangible, con un impacto internacional y un significado personal enorme. Que suene, que se disfrute y que sea un recordatorio: los sueños se cumplen si no dejamos de perseguirlos, aunque el camino esté lleno de obstáculos.
🎉 Gracias y quiero @destacar a todos los que acompañaron este viaje. ¡A festejar con Momo y la música!
El tango Loca (1922), con música de Manuel Jovés y letra de Antonio Viergol, renace en una reinterpretación inesperada y vibrante dentro del segundo álbum de Deus X Machina, Cada día canta mejor.
La voz femenina urbana se fusiona con el pulso del hip hop, envolviendo los versos originales en nuevas texturas rítmicas. El visualizer acompaña esta transformación con una estética inspirada en el anime, donde lo clásico se entrelaza con lo contemporáneo y lo digital.
Este cruce estilístico no solo homenajea al tango como patrimonio cultural, sino que lo reimagina para nuevas generaciones, mostrando cómo un género nacido hace más de un siglo puede seguir latiendo con fuerza y reinventarse en diálogo con otras músicas y visualidades.
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👉 Dale play y descubrí cómo suena Loca en el siglo XXI.
La hegemonía del conocimiento y el colonialismo digital 2.0
1️⃣ Introducción
Vivimos en un mundo donde el conocimiento se distribuye globalmente a través de plataformas digitales. Wikipedia, YouTube, redes sociales y medios en línea son percibidos como espacios neutrales y abiertos a todos. Sin embargo, la realidad muestra otra cosa: el acceso y la visibilidad del conocimiento siguen siendo controlados por centros de poder simbólico, muchas veces heredados del colonialismo histórico.
El control de la información no se ejerce solo por censura explícita, sino por normas culturales, algoritmos y redes de influencia económica que deciden qué se ve, qué se oculta y quién es reconocido.
2️⃣ Cada idioma, un microecosistema
Cada Wikipedia lingüística funciona como un microecosistema con su propia cultura editorial:
La Wikipedia española tiene fuertes vínculos con el canon académico de España y con instituciones simbólicas como la RAE, que históricamente han ejercido un celo lingüístico y cultural. Esta influencia define qué fuentes son válidas, qué narrativas se consideran “correctas” y qué contribuciones periféricas pueden ser visibilizadas.
Las wikis alemana y holandesa, en cambio, adoptan criterios más neutrales, basados en la verificabilidad y documentación objetiva, sin sesgos culturales implícitos hacia Latinoamérica.
El mismo contenido puede ser borrado en una edición y blindado en otra, revelando que la legitimidad del conocimiento no es universal sino contextual.
3️⃣ Plataformas, monopolios y centralización del poder
No solo Wikipedia refleja esto:
En YouTube, gran parte de los creadores de habla hispana con mayor visibilidad son españoles, quienes construyen redes de apoyo, se recomiendan entre sí y acceden más fácilmente a monetización y patrocinios.
Esto genera un monopolio de narrativa y autoridad en el contenido digital, desde fútbol hasta fenómenos culturales o paranormales.
Así, la periferia latinoamericana produce, pero depende del filtro del centro europeo para obtener legitimidad y visibilidad.
4️⃣ El colonialismo digital
El colonialismo no desapareció con la independencia política. Ahora se manifiesta como:
Hegemonía cultural: España e Inglaterra mantienen control sobre lo que se considera canon en lengua española e inglesa.
Filtrado simbólico: Instituciones, normas y plataformas seleccionan qué se visibiliza y qué se invisibiliza.
La vigilancia lingüística, como la que ejercen instituciones tradicionales españolas, funciona como un filtro sutil pero poderoso, determinando qué conocimientos son reconocidos y cuáles permanecen marginados.
5️⃣ Estrategias de resistencia y visibilidad
La periferia puede intervenir mediante estrategias conscientes:
Publicar en distintos idiomas para romper el monopolio de canon local.
Documentar con pruebas verificables (certificados, archivos, fuentes académicas).
Usar plataformas internacionales como respaldo simbólico.
Esto restituye la memoria histórica y cultural, permitiendo que aportes periféricos adquieran legitimidad más allá de los sesgos locales.
6️⃣ Conclusión
La hegemonía del conocimiento digital demuestra que la historia del saber sigue siendo política y económica, no neutral.
El colonialismo 2.0 no usa ejércitos sino algoritmos, listas negras y filtros culturales, y la periferia necesita estrategias de visibilidad y respaldo internacional para contrarrestar la invisibilización.
El desafío es claro: crear redes de conocimiento inclusivas, donde la diversidad de voces y culturas tenga igual peso simbólico y práctico, rompiendo la torre de Babel digital que fragmenta y jerarquiza el saber según intereses históricos y geopolíticos.
Una historia de como se gestó la obra que sentaría las bases del Terror Revisionista Argentino-Latinoamericano
Mi fascinación por el género de terror comenzó de niño, desde los 6 o 7 años. Recuerdo a Drácula de Christopher Lee, que me dio miedo y fascinación al mismo tiempo; los calcos de monstruos clásicos que coleccionaba y pegaba en el respaldo de mi cama, que brillaban en la oscuridad; y el contacto con un pintor amigo de la familia que representaba criaturas grotescas. Desde pequeño, el miedo y la fascinación caminaban juntos, y esa dualidad nunca me abandonó.
El terror revisionista argentino-latinoamericano no surge de modas ni de ficciones lejanas: nace de experiencias reales, de un miedo tangible que atravesó generaciones. Mi familia y yo fuimos perseguidos durante la dictadura, pasamos a la clandestinidad y nos exiliamos internamente en Buenos Aires, dejando nuestra Córdoba natal. Los servicios nos tenían marcados; llegaban a nuestras casas; mi tío y su pareja fueron secuestrados; ella sufrió vejámenes a manos de los militares.
Obras como 47, el Muerto no buscan oportunismos ni seguir tendencias: fueron pioneras en un momento en que hablar de esto era casi una mala palabra, un tema que se ocultaba, que no estaba establecido. Incluso como experimento de un estudiante de cine, se habló de lo que nadie se atrevía a nombrar. Fue un acto de coraje, de compromiso con la memoria y con la verdad.
Ese coraje fue reconocido: recibimos la mención de la Universidad Nacional de Córdoba, entregada por Arturo Borio y los rectores de Humanidades de ese año en la Muestra Anual de la Facultad de Cine y TV, porque nadie lo había hecho antes. Borio, como muchos de su generación, había vivido el cierre y la persecución de esa facultad durante los años de plomo. No fue casualidad, ni moda: fue una obra pionera, honesta y necesaria.
Desde esa raíz, el terror deja de ser solo estética: se convierte en documento histórico, experiencia vivida y pulsión creativa. Cada relato, cada escena, cada personaje lleva consigo la impronta de lo real, de lo que se vivió, de lo que no puede ser olvidado.
Este subgénero nace de la necesidad de que el miedo tenga memoria, de que la ficción sea herramienta de conciencia y de que la cultura argentina-latinoamericana pueda reclamar su propio lugar en la historia del terror.
Mi mayor reto fue mostrar esa historia en un acto privado, a quienes lo
habían vivido: familiares, amigos y compañeros de militancia de mi viejo,gente que no la toca de oído,sino que la curtieron en carne propia,que pusieron su vida en juego por una causa,por un ideal,por luchar por justicia,contra un régimen dictatorial,contra el terrorismo de estado,por un futuro mas justo para todos. No buscaba caer en golpes bajos,pero era un acto necesario,valiente,nadie lo había hecho así antes,hoy,en el 2025,todo es distinto,hay que poner en contexto histórico,en ese momento previo a lo que fue la revuelta popular del 2001.
“Al mostrar 47, el Muerto a familiares y compañeros de militancia en una función privada, quedaron profundamente conmovidos. ‘¡Qué fuerte!’, me dijeron. Con nada más que imágenes y narración, logré transmitir la experiencia de quienes sufrieron vejámenes durante el terrorismo de Estado, generando reflexión sobre la responsabilidad de los victimarios y el impacto del horror vivido.”
Por eso la necesidad de dar testimonio,de contar como fue la génesis,de donde surgió,que nada fue azaroso ni buscando complacencias,sino memoria,que incomodara,repensar la historia y poner a las victimas y victimarios y al espectador del otro lado,romper lo que hasta ese momento era tabú,lo que no se hablaba y se escondía,inclusive dentro de los que participaron y vivieron esos años de plomo.
Aquí dejo este relato pormenorizado,casi antropológico,periodístico y testimonial de una época y cuando se quiera contra otra historia o arrobarse ideas de otros,sepan,que hay gente que no busco el aplauso sino hacer pensar y se atrevió lo que para otros era un terreno desconocido.A los pioneros se los debe valorar y dar el lugar que merecemos,porque siempre hay otra historia y es deber contarla.
Cuando visité el Espacio de Memoria ESMA en 2012, dejé un pequeño símbolo escrito en un friso, en homenaje a los compañeros que lucharon en distintos partidos de izquierda y que también fueron parte de la resistencia por la democracia que son los que el relato se olvidó,que se silencio por conveniencia y sentí la pulsión en ese esa acto reflejo y de rebeldía pero a la vez de un pequeño acto simbólico,dejar testimonio de ello. Ese gesto reflejaba algo que siempre sentí: la injusticia que sufrieron quienes dieron su vida o arriesgaron todo por la libertad no podía ser olvidada. Hoy, al reivindicar 47, el Muerto y el Terror Revisionista Argentino-Latinoamericano, ese mismo compromiso guía mi trabajo: no busco aplausos ni reconocimiento individual, sino justicia histórica, memoria y el reconocimiento de quienes sufrieron y lucharon durante los años de plomo.