Alex Toth
Texto publicado originalmente en el prólogo del libro “El Zorro”, editado por Azake
El comienzo de la vida de este autor debemos colocarlo en Nueva York, en la medianoche del 25 de Junio de 1928. Sander Toth y su mujer Mary conseguían su propósito de formar una humilde familia con la llegada del pequeño Alex. Aunque parezca un tópico manido, lo cierto es que la familia Toth daba a su retoño un entorno artístico donde parece lógico que posteriormente desarrollara sus habilidades creativas de alguna forma.
En su niñez, Toth se vio rápidamente atraído por las páginas dominicales de los periódicos, repletas de aventuras enérgicas y emocionantes, que se completaban con los seriales radiofónicos tan al uso en esa época. Las versiones de Terry y los Piratas y Superman, o el show de Red Skelton consiguieron despertar la imaginación de un jovenzuelo que decidió asistir a la High School of Industrial Arts para conseguir emular a sus ídolos. Pero pronto se dio cuenta que las clases de ilustración que recibía en la escuela no eran suficientes y comenzó a visitar a dibujantes profesionales, buscando aquello que no encontraba en las aulas. El joven aprendiz de dibujante consiguió llegar a autores como Frank Robbins, entintador en aquella época de Scorchy Smith, la serie estrella de su muy admirado Noel Sickles, Pero fue Sheldon Mayer quien le puso en el camino de lo que sería su trabajo posterior cuando hablando sobre el arte del cómic le dijo: “Clara y simplemente, cuenta una historia”. Una sentencia que podría resumir la futura obra de Alex Toth casi en su totalidad.
Todavía en la escuela, comienza a trabajar por las tardes en Eastern, la editora de Famous Funnies y Heroic Comics, revista ésta donde debutaría en 1945. Durante dos años seguiría trabajando en la editorial hasta que Mayer lo introduce en la poderosa DC, editorial de la que nunca se desligó plenamente, aunque sus trabajos fueran intermitentes.
Su primer periodo para DC comprende cinco años en los que trabajó en series como Green Lantern, All Star Comics, All American (con el personaje Johnny Tunder) o Jimmy Wakely. Es también en esta etapa donde Toth dibuja series románticas como Girls Love Stories o Girls Romances, una constante temática a partir de este momento en sus trabajos.
Su traslado a California le lleva a dejar DC y, tras un breve paso por la tira Cassey Ruggles, firma con la pequeña editorial Standard, desarrollando una cantidad impresionante de historias románticas o bélicas. Series como New Romances, Popular Romance, Best Romance o Battlefield gozan de los exquisitos dibujos de Toth, que va afianzando su oficio y comprendiendo cada vez mejor la máxima de Mayer.
Sin embargo, la quiebra de Standard y su incorporación al ejército trunca durante dos años su fulgurante carrera. Destinado en Japón, todavía realizaría una pequeña tira semanal para el periódico de la base, Jon Fury, premiada por el ejército americano.
En 1956 vuelve a los Estados unidos y se instala en Los Ángeles, firmando con Dell Comics. Su trabajo en esta editorial es básicamente la adaptación a la historieta de series famosas de televisión. Roy Rogers, Rin Tin Tin y, sobre todo la adaptación de la serie de Disney El Zorro, centran su obra durante los casi 6 años que trabaja para Dell Comics. Un periodo que influye decisivamente en la decisión que le llevaría a dejar los cómics para trabajar en animación.
Durante casi 8 años, Toth trabajó para la productora Hanna-Barbera en todos los campos de la creación de series de dibujos animados: desde el diseño de personajes hasta el story-board, su imaginación creó decenas de héroes que van desde los Herculoids al hoy casi considerado como un fetiche Space Ghost pasando por el aventurero Johnny Quest. Todas las series de la todopoderosa Hanna-Barbera durante la década de los 60 nacieron y se produjeron con el “toque Toth”. Pero si la productora aprovechó la inmensa capacidad y conocimiento del neoyorquino, fue éste quien sacó más partido. Los dibujos animados fueron la plataforma perfecta para el estudio de la figura humana en acción, para la búsqueda de la simplificación máxima que le dijera Mayer. Con la animación, Toth encuentra una economía de dibujo que no podía hallar en el cómic, pero también percibe la necesidad de ir más allá. El credo del historietista no se acaba en la simplificación: debe ser la narrativa, el storytelling, el por qué de esa simplificación.
El efecto del trabajo en animación se puede ir contemplando en sus esporádicos trabajos para DC y Warren. Sus dibujo se reduce a los mínimos trazos que definen el movimiento del personaje. Su narrativa da un salto cualitativo y se convierte en el objetivo fundamental de su obra. Ya en los 70, Toth comienza a dar lecciones de maestría en revistas como Hot Wheels o House of Secrets en DC o en Creepy para Warren.
Tras un breve paso por estas editoriales, vuelve a Hanna-Barbera para encargarse plenamente de la gran apuesta de la productora,Super-Friends. Su experiencia previa en DC es decisiva para el desarrollo completo de la serie durante casi cinco años. Los clásicos superhéroes son tratados por Toth de una forma distinta y única hasta el momento. Por primera vez, los personajes de la DC toman vida propia y exhiben un dinamismo desconocido.
Su vuelta al mundo del cómic se caracteriza por la dispersión. Toth comienza a trabajar de nuevo para Warren y otras editoriales pequeñas. Pero en este periodo, dibuja la que es considerada por muchos como su obra maestra y la mejor serie publicada jamás por Warren: Bravo for Adventure. La serie se comienza a publicar en 1980 en una revista menor, The Rook,tras cuatro años en los que Toth intentó infructuosamente conseguir un editor. La visión de la aventura basada en guapas chicas, coches veloces, aviones y un protagonista a lo Errol Flynn pasó sin pena ni gloria por un cómic americano donde se imponían otro tipo de formas de entender la aventura. La posterior edición por Dragon Lady Press y su paso por Europa le proporcionó un reconocimiento de sobra merecido.
Durante la década de los 80, las historietas de Toth se publican casi con cuentagotas en multitud de pequeñas editoriales, en muchos casos reeditando antiguas publicaciones suyas o con compilaciones de su obra. Sin embargo, como el propio autor declaró muchas veces, el cómic que se hace a partir de ese momento deja de interesarle. Sus férreos principios éticos y morales entran en contradicción con unos contenidos que no le satisfacen. Buen ejemplo de esta actitud es el rechazo a seguir la serie Torpedo 1936 para el editor español Toutain. Los violentos guiones de Sánchez Abulí desagradan profundamente a Toth, que decide abandonar la serie con apenas dos episodios dibujados. Durante los 90, su obra original publicada se ve limitada a apenas unas ilustraciones para reediciones de sus obras, pero paradójicamente, se comienzan a reeditar sus obras de forma sistemática. A partir de las completas recopilaciones de Eclipse y sobre todo de las completas antologías editadas por Manuel Auad, la obra de Toth vive una revitalización importante que es paralela a la su continua colaboración escrita (especialmente destacable, ya que sus misivas rotuladas a mano han sido reproducidas siempre tal cual, aprovechando uno de los muchos aspectos en los que destacó este autor: la rotulación) en medios como The Comics Journal o Comic Book Artist .
Valoración e influencia
Su trabajo es ampliamente reconocido como una influencia mayor en una gran cantidad de ilustradores y animadores. Para el historietista español Josep María Beá, fue el dibujante que más le impactó en su vida, conmocionando a todo el equipo de Selecciones Ilustradas gracias a "su portentoso conocimiento de la anatomía humana, su síntesis gráfica, la novedosa planificación, el concepto del equilibrio tonal". Como él mismo sigue diciendo
El dibujante americano (cuyos singulares procesos neuroquímicos deberían ser analizados por el eminente biólogo Pierre Changeux), había sobrepasado el listón marcado por Caniff, Sickles, Crane y Robbins, su propuesta técnica daba vértigo. Dibujar mejor que Toth es intentar cruzar el umbral de la sobrenaturalidad.
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