Monday, December 29, 2008

Frank Frazetta,es dios (2da parte)

FRANK FRAZETTA (o la fantasía hecha carne)
by El tio berni


Para los que crecimos a base de Rufus, Vampirella, Dossier Negro, Creepy y otras revistas que publicaban el material de la Warren en España, el nombre de Frazetta era algo así como la palabra del Señor. Cuando todavía el paladar comiquero se estaba adaptando y había dificultades para reconocer el estilo de otros artistas, las portadas de Frazetta no admitían confusión ni discusión. Era el mejor en su trabajo, y punto. El tiempo ha pasado, y puede que hoy en día sus desnudos, su épica, su buen gusto, estén asimilados y superados (he dicho puede), pero un vistazo a su obra sigue resultando igual de gratificante y emocionante que en su día, porque Frazetta tenía personalidad. Muchos de sus trabajos son archiconocidos, pero supongo que mucha gente ignora los detalles de las distintas etapas por las que pasó como artista y como persona. Pues bien, echando mano al excelente libro de ilustraciones Icon: A retrospective by the Grand Master of Fantastic Art (Underwood Books, 1998), del cual creo que hubo versión bilingüe en castellano, podemos hacernos una mejor idea del hombre tras los pinceles. Aquí os dejo un pequeño resumen de su biografía y una selección de algunas de las pinturas que aparecen en el libro (si ya lo tienes, puedes saltarte este artículo y leer el resto de nuestra fabulosa página).
El 9 de Febrero de 1928 nace en Brooklyn, New York, hijo de emigrantes sicilianos, Franklyn Frazzetta, más conocido por los amantes de la fantasía y la ilustración como Frank Frazetta… ¡el genio! Hoy en día sus imágenes se han convertido en tan icónicas, están tan integradas en el subconsciente fantástico de los lectores de cómics, que casi nos pasan desapercibidas, son tan “normales”… Evidentemente, Frazetta se convirtió en la medida para los demás artistas, que trataron de emularle y pocas veces lograron alcanzar la fuerza y la intensidad de sus pinturas y sus exquisitos trabajos en blanco y negro. Y es que Frazetta había nacido con un don: a los tres años vendía su primer “trabajo” a su abuela por un penique y a los seis dibujaba sus primeros cómics (a color), “Snowman” y “The Red Devil & Goldy”, muy elaborados. Para colmo, guaperas, atlético (muchas veces sería su propio modelo), mujeriego y gran jugador de béisbol, lo cual casi le cuesta al mundo de la ilustración una ilustre baja, cuando le fue ofrecido a los 17 años un buen puesto en los cadetes de los Giants con buenas perspectivas de jugar en las ligas mayores al año siguiente…
Su primer trabajo en el mundo del cómic fue para Standard, dibujando fondos, delineando viñetas, y borrando el lápiz bajo la tinta de artistas de la talla de Graham Ingels y George Evans. Ingels, director artístico de Standard, ve potencial en el joven Frank y lo alienta, pero problemas con la bebida le hacen perder el puesto. El propio Frazetta cuenta la anécdota de que el nuevo director artístico, Ralph Mayo, no estaba contento con su dominio de la anatomía, y así se lo hizo saber. Le dio un libro y le dijo: “Frank, tu material está muy bien, pero tienes que aprender algo de anatomía”. Frazetta se llevó el libro a casa y se pasó toda la noche copiando los dibujos del libro de la primera a la última página. Al día siguiente se presentó a Mayo y le dijo: “Muchas gracias, ya he aprendido anatomía”.
Esto da una idea del carácter de Frank, ese “lo quiero todo y lo quiero ahora”. Tanto en ese momento como en el futuro, el arte sería importante para él, sí, pero no más que tener el suficiente tiempo libre para dedicar a su familia, al deporte, a los amigos, a la diversión. Muchas de sus pinturas (algunas tan conocidas como su Death Dealer) son empezadas y terminadas en una sola noche, aunque también es cierto que su afán perfeccionista le lleva después (después incluso de su publicación) a realizar muchos retoques, cambios y añadidos sobre la misma tela que transforman completamente la obra. Y tal vez es esa inmediatez en trasladar la inspiración al lienzo la que hace que sus pinturas tengan tanta fuerza. Bueno, eso y que ningún otro artista ha logrado atrapar el instante exacto como Frazetta y dotar al mismo tiempo a los personajes de movimiento, ¡vaya si aprendió anatomía!
Pero todo esto sucedería después. De momento, Frazetta sigue trabajando con Standard y también con Prize Publications, D. S. Publishing, Magazine Enterprises y National (después DC Comics), mejorando a marchas forzadas y abarcando gran cantidad de títulos y temáticas. En los primeros 50 ya publica tiras de prensa (Johnny Comet), grandes portadas para EC, Toby Press y Prize Publications, y en 1952 sucede algo que transformará la vida de Frank: conoce a Eleanor (Ellie) Nelly, la que cuatro años después se convertiría en su mujer. En 1953 es contratado como “negro” por Al Capp para su serie Lil’ Abner, trabajo que ocuparía a Frank los siguientes 8 años y del que saldría escaldado. Tras su poco agradable marcha del estudio de Al Capp transcurre un período difícil en que no encuentra trabajo, según Frazetta, por estar en la “lista negra” de Capp. Además, Frank piensa que los años de trabajo en Lil’ Abner han hecho perder frescura a su dibujo y se enfrenta a una intensa crisis creativa y de confianza en sí mismo. Durante ese período, George Evans le ayuda a sobrevivir dándole algunos trabajos como entintador. Las palabras de elogio de Frank hacia George como profesional y como persona muestran hasta que punto llegó a considerarlo un grandísimo amigo. Finalmente Frazetta consigue encargos de manera más estable para revistas masculinas como Cavalcade, Gent y Dude, y para los libros eróticos de bolsillo de la editorial Tower. El gran Harvey Kurtzman se fija en el trabajo de Frank y le contrata para dibujar los cuerpos femeninos en su serie para Playboy, Little Orphan Annie, aunque a Hugh Hefner no le gusta el tono realista que imprime Frank en sus dibujos y prescinde pronto de su colaboración.
En 1962 sucedería algo que marca para siempre el rumbo artístico de Frank. Su gran amigo y gran artista, Roy Krenkel, que a pesar de su impresionante calidad tiende a subestimar sus capacidades, y que se encuentra saturado de trabajo, pide a Frank que le eche una mano, lo presenta a sus editores, Ace Paperbacks, y finalmente los convence para que permitan a Frank realizar algunas portadas de libros de fantasía, entre los que hay numerosas novelas de Edgar Rice Burroughs. Hasta entonces el grueso del trabajo de Frazetta se compone de dibujos en blanco y negro y algunas acuarelas, pero no duda en emprender esta nueva etapa como pintor completo, y a pesar de no llevarse bien con el editor, Donald Wollheim, consigue acabar convenciendo, ya que cada libro con portada de Frank se convierte en superventas, y en la editorial no paran de recibir correo de los fans. A pesar de la grata acogida por parte del público, a Frazetta hay algo que le pone furioso: la editorial se queda con los originales, que después vende en convenciones de ciencia-ficción, regala a determinados fans o incluso destruye. Como respuesta, la calidad artística de Frank va disminuyendo. Y es en ese momento, en 1964, cuando James Warren entra en la vida de Frazetta y se produce la explosión artística que le convertiría en uno de los más aclamados ilustradores de fantasía de todos los tiempos.
Warren, editor por aquel entonces de Famous Monsters of Filmland, ofrece a Frank la oportunidad de dibujar lo que quiera para su nueva revista, Creepy, pagándole lo mismo que Wollheim pero permitiéndole quedarse con los originales. Frazetta participa como dibujante en las páginas interiores de los números 1, 2 y 7 de Creepy, y además crea una serie de memorables portadas para la mencionada revista y para otras de la casa, Eerie, Vampirella y Blazing Combat, que se convertirán de algún modo en “marca de la casa” y que aún hoy permanecen en la mente de muchos aficionados. Frank vive un momento dulce, ya que tiene el trabajo asegurado, libertad para dibujar lo que quiera, los originales en su poder y el reconocimiento del público. ¿Se puede pedir más? Pues parece que sí, porque en 1965 se cruza en su camino cierto bárbaro cimmerio de ojos azules que le hará avanzar otro paso de gigante en su carrera.
Lancer Books, una editorial neoyorquina de novelas de serie B, compra los derechos de una serie de libros de Robert E. Howard con Conan el cimmerio como protagonista. Estos libros llevan tiempo reimprimiéndose con relativo éxito, e incluso se conoce una adaptación televisiva en 1961 de una de las historias de terror de Howard, tiulada “Pigeons from Hell”, llevada a cabo por Boris Karloff. Lancer observa el trabajo de ilustración de Frazetta para los libros de Edgar Rice Burroughs editados por Ace Paperbacks y le ofrecen el doble por ilustrar las historias del bárbaro, además de permitirle conservar los originales. Según Frazetta, el ofrecimiento llega justo en el momento preciso, y tanto el hecho de recibir tan elevada paga como el respeto de los nuevos editores, permiten que Frank se plantee alcanzar nuevas cotas de excelencia artística. Las portadas de Frazetta para Conan impresionan al mundo editorial y a la comunidad de ilustradores, y se convierten en uno de sus trabajos más conocidos y admirados. En 1966 Frank publica su primera portada para Conan y poco después, su amigo y colega Wally Wood le da unas palmaditas en la espalda y le pregunta directamente: ¿Cómo se siente uno al ser el mejor portadista del mundo?
Un año antes, en 1966, Frazetta vive otro momento dulce. Una caricatura suya de Ringo Starr (más que caricatura es un retrato: la cara de Ringo no necesita hipérboles) llama la atención de United Artists, que contrata a Frank para realizar el cartel de la comedia What’s new Pussycat? (aquí, ¿Qué tal, Pussycat?), protagonizada por Peter Sellers y Peter O’Toole y guionizada por nuestro querido Woody Allen, que también forma parte del reparto. Por este trabajo Frank cobra lo que suele ganar en un año y se siente por fin financieramente seguro y capaz de mantener a su familia con su arte. A este trabajo para el cine seguirían otros como los carteles de After the Fox (Tras la pista del Zorro), dirigida por Vittorio de Sica y también protagonizada por Peter Sellers, Hotel Paradiso, con Gina Lollobrigida y Alec Guinness, The Busy Body (Un millón en un cadáver), primera aparición cinemátográfica de Richard Pryor, y The fearless vampire killers (El baile de los vampiros) de Roman Polanski. Con las habichuelas en la mesa más que aseguradas, Frank se podrá permitir el lujo en delante de seleccionar los proyectos en los que quiere trabajar, o incluso ofrecer pinturas que crea por placer para que después los editores las adecuen a sus publicaciones.
Frazetta decide que la vida en Long Island es demasiado peligrosa para su familia y se muda a Pocono Mountains, Pennsylvania en 1971, un lugar que los suyos odian al principio pero que pronto aprenden a disfrutar. Durante los años anteriores, diversas editoras amateur han estado imprimiendo pósteres y portafolios con pinturas de Frazetta, y Lancer logra vender en 1971 la nada despreciable suma de 100.000 copias de su ilustración Conan el aventurero. Ante tal perspectiva, en 1972 Ellie, la mujer de Frank, saca de debajo del colchón 6.000 dólares que ha ahorrado en secreto, y con las piernas temblorosas se dirige a un impresor con una ilustración de su marido, Worldbeater, debajo del brazo. No tiene la menor idea sobre impresión, venta o publicidad, pero funda Frazetta Prints, una empresa que de inmediato se convierte en un éxito y en adelante aportaría pingües beneficios a la familia Frazetta y cientos de magníficos pósteres y portafolios a los aficionados, una empresa absolutamente innovadora que allanaría el camino a los posteriores editores de arte fantástico.
Durante mucho tiempo, los libros de arte estuvieron reservados a los grandes artistas del pasado o a pintores convencionales. En 1975 Bantam Books publica The fantastic art of Frank Frazetta, con más de 40 láminas del autor. En unos pocos meses se realizan 6 reimpresiones del libro, con un total de más de 400.000 copias impresas. La editora, Bettie Ballantine funda junto a su marido Ian la editorial Peacok Press, que publicaría libros de ilustración fantástica de autores tan importantes como Arthur Rackham y James Bama gracias al éxito inicial conseguido con Frazetta. A este primer libro le siguen otros cuatro, publicados respectivamente en 1977, 1978, 1980 y 1985. Frazetta recibe también el reconocimiento de la crítica especializada, y en 1976 la prestigiosa revista de arte American Artist le cede su portada. Los ejemplares desaparecen de las estanterías en tiempo record. Ese mismo año le entregan el World Fantasy Award al mejor artista.
En los 80 Frazetta es ya toda una leyenda viviente. Las estrellas de Hollywood (Bo Derek y su marido, Clint Eastwood…) van a visitarle para embarcarle en sus proyectos y las fans enfervorecidas le esperan en las paradas de autobús donde suponen que va a recoger a sus hijos. En el período comprendido entre 1981 y 1983, Frazetta colabora con Ralph Bakshi en la película de animación Fire & Ice, que aunque acaba siendo un auténtico fracaso en taquilla supone un interesante reto para el ilustrador. En 1985, la familia Frazetta inaugura el Frazetta Museum, un hecho sin parangón para cualquier otro artista vivo, y mucho menos para un ilustrador de fantasía. Desgraciadamente, el edificio sufre un incendio en 1995 (aunque ninguna de las pinturas sufre daños) y no reabre sus puertas hasta 1998. A finales de los 80, Frank vende los derechos de su personaje Death Dealer (¡un personaje a partir de una simple pintura!) a Tour Books, que produce una serie de novelas cuyas portadas serán realizadas por el artista.
Sin embargo no todo es alegría en casa de los Frazetta. En 1986 comienzan los problemas de salud. Frank había comprado un aguarrás de muy mala calidad y estaba trabajando a pleno rendimiento, el aguarrás había impregnado completamente su estudio durante dos semanas, hasta tal punto que su familia ni siquiera se atrevía a entrar. Pero Frank confía en su fortaleza y continúa trabajando hasta que de pronto empieza a sentir mareos, dolor, y un sabor en la boca que él mismo describe “como si hubiera entrado la Muerte”. Durante los siguientes 8 años Frank visita infinidad de doctores y se somete a todas las pruebas imaginables, su ansiedad no hace sino aumentar y pierde casi 25 kilos. Finalmente a alguien se le ocurre volver a comprobar su glándula tiroides y encuentran el problema: sus niveles de producción están por las nubes. Le prescriben el tratamiento habitual en estos casos y mejora notablemente, aunque son necesarios ciertos ajustes en la dosis de los fármacos hasta que consiguen encontrar la dosis adecuada. Una vez recuperado vuelve a la carga con portadas para revistas como Mad y Shi, subasta algunas de sus obras en Sotheby’s y Christie’s (que alcanzan, como no, cifras muy elevadas) y finalmente en 1994 consigue exhibir por primera vez sus pinturas en una galería de arte de New York.
Robert Rodríguez y Quentin Tarantino le contratan para pintar el póster de Dusk till dawn (Abierto hasta el amanecer) y vende a Danzig (fundador de la mítica banda californiana de hardcore-punk Misfists) los derechos de su Death Dealer para la línea editorial de cómics del músico, Verotik, aunque no queda muy satisfecho con el tratamiento poco sutil que después se da al personaje. Durante la primera mitad de los 90, Kitchen Sink, Verotik y Frazetta Prints publican o reeditan gran cantidad de material del artista, y a finales de 1995 recibe el premio Spectrum Grand Master of Fantastic Art (auspiciado por Arnie y Cathy Fenner, editores de Underwood Books) en su primera edición. En 1998 se publica el libro del cual se extrae esta biografía, Icon: A retrospective by the Grand Master of Fantastic Art, que formará junto con Legacy: Selected paintings and drawings by the Grand Master of Fantastic Art (Underwood Books, 1999) y Testament: The life and art of Frank Frazetta (Underwood Books, 2001) una trilogía indispensable para cualquier admirador del artista, cuyo complemento ideal es el documental sobre su vida Frazetta: Paining with fire (2003).
Desde su problema con la tiroides, Frank Frazetta nunca volvió a ser el mismo, y algunos infartos recientes han hecho que pierda mucha capacidad de movimiento en su mano derecha y tenga que reaprender a dibujar con la izquierda. Aún así, nos deja un impresionante legado y una lucha por los derechos de autor que han creado escuela y han hecho ganar prestigio a los posteriores ilustradores de fantasía. Y qué mejor para terminar este repaso a su vida que una frase del propio Frazetta: “Para bien o para mal, lo que sí que puedo decir acerca de mi arte, si se me permite citar a Sinatra, es que I did it my way.”







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