En el garage de mi casa, mi hermano Marcelo en el bajo y yo en la batería, zapábamos sin rumbo fijo. Era nuestro espacio de creación, un experimento lúdico, donde probábamos ritmos, fusiones y sonidos. No éramos conscientes del alcance que esos ensayos tendrían años después; era puro juego, exploración y curiosidad.
Un día llegó Marcelo Villega, fundador del grupo cuartetero Cachumba, y nos vio tocar. Para nosotros fue increíble: alguien de la movida real nos estaba reconociendo, aunque todavía nos consideráramos aficionados. En esta zona, como sabrás, surgieron un montón de bandas y artistas: Cachumba, La Barra, Trulala, Cuarteto Orion, Las Chispitas de Granada, Orly, y cantantes de Chebere como Daniel Guardia (La Barra/Vanguardia/Alto el Fuego) o Fernando Chain, voz de Chebere. Así que intentar hacer metal en un ámbito cuartetero era casi un desafío imposible… ¡jajaja!
Nuestra primera banda incluía a Maxi Galletto en guitarra, y nuestro amigo Cristian Patti iba a ser nuestro cantante, pero lamentablemente falleció antes de que pudiéramos consolidar el grupo. Posteriormente se sumó Javier Dialuce en bajo, y explorábamos un híbrido de hardcore, thrash y groove metal, improvisando con lo que surgía. Entre 2000 y 2001, tocamos con otra formación: Chema Vivar en guitarra (quien luego fundaría su proyecto de rap Kortafierro) y Fede Brandalice en bajo (posteriormente en TNT, banda tributo de AC/DC, y BluesBondi).
Tito, mi compañero de secundaria y amigo cercano, también compartía la pasión musical. Aunque éramos aficionados, Tito concretó su carrera tocando en bandas hardcore en Córdoba y San Juan. Juntos, hace más de 30 años, imaginamos un proyecto híbrido y festivo: Cuartecore, parodiando a Cannibal Corpse y adelantando ideas que recién veríamos en bandas como Asspera, Slipknot o Cannabis Corpses.
Hoy, toda esa historia se materializa en CarnaBaal Corso, un proyecto que fusiona cuarteto, deathmetal, música digital y humor macabro. Con él, transformamos inseguridades y prejuicios en creación concreta. Exorcizamos miedos del pasado, concretamos un legado y consolidamos nuestra identidad musical de manera independiente y autodidacta.
Mi obra también incluye Cantatoonz, canciones infantiles con videoclips animados en YouTube, donde exploro la narración visual y la música para los más chicos. Esta faceta muestra otra cara de mi versatilidad: de lo extremo y experimental a lo lúdico e infantil.
Hoy me siento realizado y en paz. Todo ese recorrido —los juegos de garage, los ensayos con amigos, los contactos con la escena local y los experimentos juveniles— converge en un legado tangible, visible y legitimado en YouTube, Bandcamp y Wikipedia. CarnaBaal Corso no es solo música: es un viaje de más de tres décadas, donde la curiosidad infantil, la experimentación autodidacta y la interacción con la escena local se fusionan en un proyecto único, polifacético y auténtico.

No comments:
Post a Comment