Monday, January 25, 2010

Metallica hizo estallar el Orfeo

METAL MAGNÉTICO. Metallica hizo delirar a 10 mil fans en el Orfeo (Foto: Ariel Carreras).

Por Germán Arrascaeta(La voz del inetrior,Córdoba)

A fin de cuentas, el infierno es encantador. Remeras infernales que absorbieron los latigazos infernales del sol. Ansiedad infernal mitigada con una previa de asado infernal, para luego ser sepultada por el más infernal de los espectáculos que puede ofrecer la cúpula dirigente del show bizz: Metallica.

Se presumía histórico y así resultó, la banda norteamericana pasó anoche por Córdoba como una ráfaga furiosa, en un momento ideal, y le imprimió a cada uno de los asistentes una marca indeleble, que comunica algo así como “bestia mía, desde las primeros minutos de hoy lunes, comienza el resto de tu vida”.

Sonido infernal, actitud infernal por parte de los músicos y marco infernal, un Orfeo repleto con más de 10 mil personas que, hasta tanto no sonó el preludio de The ectasy of gold, compuesto por Ennio Morricone para el spaghetti western Lo malo, lo bueno y lo feo, no daban crédito que habían desembolsado el equivalente a unos pocos dólares para ver a Metallica. Me-ta-lli-ca, sí, a un viaje de taxi, de bondi o a chirolas de combustible de nuestra casa comechingona, tercermundista.

El momento soñado
Ya por entonces corría la 21.47 y el infierno y el paraíso empezaron a darse la mano. A esa hora, que llegó con retraso en relación a la señalada, James Hetfield dispuso su osamenta frente a un micrófono vintage, Lars Ulrich se paró sobre su banqueta y agitó un “come on”, Robert Trujillo se dispuso como un primate amenazante y Kirk Hammett, siempre discreto, se encintó su mano derecha para tener los tendones a punto y, como siempre, se delineó los ojos. No hubo tema de ajuste, ni nada que disperse la sensación de que estamos ante un tanque. Creeping death, del disco Ride the lightning, el disco–ensayo sobre la pena de muerte. Ante la tremenda demostración de fiereza, precisión y talento para interpretar una pieza histórica larga y compleja, tanto en campo como en plateas muchos conjugaron naturaleza headbanger con muchas lágrimas de emoción.

Lógico, después de todo estaban ante el grupo que mejor conectó con la furia que propaga el disconformismo, ya sea en los ‘80 en el caso de los cuarentones, o en los ‘90 en de los treintañeros o en el del espectador promedio, que se subió a Metallica a partir del disco homónimo, también conocido como Black album.

Ya con el primer tema se podían sacar conclusiones: la voz de Hetfield, entera por más que apenas dos días atrás había afrontado un doblete en River; Ulrich luce más a tono con cierta condición burguesa en el look pero percute como un desclasado al que le ejecutaron la hipoteca; Hammett filtra de movida uno de esos solos lisérgicos que licuan oscuridad con wah wah, y Trujillo se expresa como miembro original, abonando la leyenda que distribuye 20 dedos en dos manos.

El flash retro, ahí nomás, se volvió más extático con No remorse, del disco debut Kill’em all, con previo aviso de Hetfield “ahora viene una más vieja”. Ya se presumía un show para fanáticos, muy distinto a los ofrecidos en grandes estadios, situación en la que el eje fue Ride the lightning. Aquí la supremacía se la distribuyeron entre el Black album (Of wolf and man, Enter sandman, Nothing else matters, Sad but true y Holier than you) y el disco que devolvió a Metallica al sonido de los inicios: Death magnetic (That was just your life, The end of the line, Cyanide, My apocalypse). Este gesto de variar la lista para un show indoor, habla a las claras de que no estuvimos frente a una formación jurásica ni que pone piloto automático. El show no fue concesivo, dicho esto en el sentido de que no cumplió una rutina de hace meses.

Otro dato distintivo de Metallica bajo techo: no hubo pirotecnia. Pero poco importó. El escenario de doble plataforma, la pantalla y el modo en que el personal interactuó con las cámaras sobraron para cerrar el sentido del asunto.

El desarrollo del show fue al palo, con pequeños intervalos para ajustar o cambiar instrumentos, y para que Hetfield se desenvuelva como un frontman áspero querible, que siente familiares a sus fans e interpreta a la perfección que Metallica es un concepto que los trasciende tanto a él como a sus compañeros. Hetfield pronunció Córdoba con la fonética adecuada, parecía entender de que para los muchachos/as que colmaron el lugar la cita era realmente soñada.

Los momentos altos de la lista, además de los clásicos del Black album: Masters of puppets, Hit the lights y el clásico Seek and destroy, ejecutado al cierre con las luces encendidas. Y en el marco de un pogo de proporciones.

Ya está, se hizo realidad. Nos visitó Metallica. Ahora sí, que se cumpla la profecía de los mayas. Qué más da.

Cinco estrellas
El sonido: Tremendo. No se necesitó ajuste.
La actitud: Copadísima. Los Metallica parecían felices de tocar en situación indoor.
La gente: Pulgares arriba. Comportamiento ejemplar y pogos monumentales.




9 comments:

redmonkey said...

Dale Tatiana,despues pasame la direccion de tu sitio asi lo visito y desde ya te doy el ok para que intercambiemos links.
Saludos y gracias.

Leonardo Peralta said...

Increible Metallica!

redmonkey said...

Pudiste ir Leonardo?

Leonardo Peralta said...

si! pero no me toco la entrada que queria, lo vi de arriba..

redmonkey said...

Yo estuve el 22 en River...sin palabras.
Metallica son los reyes del Thrash metal.

Leonardo Peralta said...

Si, totalmente, Metallica es un clasico. Por suerte pude ver tambien a faith no more en noviembre pasado que estuvo muy bueno.

redmonkey said...

Hoy es el cumple de Mike Patton,hagamos un chin-chin virtual por el buen Mike y los grosos FNM.
Salu2

mariano a. said...

ese recital estuvo excelente fernando!!!! lastima que no pude ir al campo porque fui con mi señora y no se si se banacaba el pogo!!! que se repita!!!

redmonkey said...

Grande Mariano!somos muchos metaleros en las huestes cordobesas.
Yo creo que van a volver,ya lo dijo Lars en el final del recital por lo que lei por ahi.